TRISTEZA. UN CUENTO DE EDUCACIÓN EMOCIONAL

Tristeza,  un cuento de educación emocional. Había una vez un pequeño elefante llamado Emilio que vivía en la colorida selva de Animavilla. Emilio era conocido por su alegría y energía inagotable. Siempre estaba corriendo y jugando, haciendo travesuras y llenando de risas cada rincón de la selva.

Un día soleado, Emilio se despertó sintiendo algo extraño en su corazón. Era una sensación que nunca antes había experimentado: tristeza. No entendía por qué se sentía de esa manera, y la tristeza parecía haberse instalado en su interior como una nube gris.

Preocupado por esta emoción, Emilio decidió buscar ayuda en su mejor amigo, Tomy, un simpático mono con orejas largas y ojos vivaces. Tomy escuchó con atención mientras Emilio compartía sus sentimientos y preocupaciones.

“¿Por qué estás triste, Emilio?”, preguntó Tomy.

Emilio pensó por un momento y respondió: “No lo sé…, no puedo entenderlo. Siempre estoy feliz y lleno de energía, pero hoy me siento diferente”.

Tomy asintió comprensivamente y dijo: “La tristeza es una emoción normal. Todos la experimentamos en algún momento. Es como una señal de que algo nos está preocupando”.

Emilio se sintió aliviado al escuchar las palabras de su amigo, pero aún no sabía qué hacer con su tristeza. Tomy sugirió que fueran a visitar a la Sabia Tortuga, quien vivía en un tranquilo estanque en el corazón de la selva.

Cuando llegaron al estanque, la Sabia Tortuga, con su sabiduría y paciencia, escuchó a Emilio y le dijo: “La tristeza es como una visita inesperada en nuestro corazón. A veces, llega cuando enfrentamos cambios, pérdidas, dificultades… No debes asustarte, Emilio, porque esta emoción también tiene su propósito”.

Emilio se sentía un poco más aliviado al hablar con la Sabia Tortuga, pero aún tenía preguntas. “¿Qué debo hacer entonces?”, preguntó.

La Sabia Tortuga sonrió y dijo: “Primero, permítete sentir la tristeza. No trates de esconderla o ignorarla. Es como una lluvia que lava las preocupaciones y las penas. Después, intenta descubrir por qué te sientes así. ¿Hay algo que te preocupa o que extrañas?”

Emilio reflexionó y recordó que había estado ocupado jugando y divirtiéndose mucho últimamente, pero también había dejado de pasar tiempo con sus grandes amigos. Emilio suspiró y compartió lo que estaba sintiendo…”Me siento solo, he estado pasando mucho tiempo solo en la selva últimamente, y parece que mis amigos están ocupados con sus propias cosas. Ya no jugamos juntos como antes”… La tortuga escuchó atentamente y le dijo a Emilio: “La soledad puede hacer que nos sintamos tristes, pero eso no significa que estés solo en esto, tus amigos siempre están aquí para ti, Emilio. Puedes contar con ellos”, mirá Tomy, como se acercó a ayudarte…

Decidió seguir el consejo de la Sabia Tortuga y comenzó a pasar más tiempo con sus amigos. Compartió sus sentimientos con su familia y amigos, quienes lo apoyaron y lo ayudaron a sentirse mejor. La tristeza poco a poco comenzó a desvanecerse, y Emilio volvió a ser el elefante alegre y juguetón que todos conocían…

A medida que pasaba el tiempo, Emilio aprendió que la tristeza era solo una emoción temporal y que podía superarla al enfrentarla y compartirla con aquellos que lo querían. Además, comprendió que la tristeza también tenía un propósito en su vida: ayudarle a valorar y apreciar las cosas que más importaban.

Desde ese día, Emilio continuó disfrutando de su vida en la selva de Animavilla, sabiendo que, si alguna vez la tristeza volvía a visitarlo, estaría listo para enfrentarla y encontrar su camino de regreso a la alegría.

Recordemos…

Este cuento nos enseña que la tristeza es una emoción natural que todos experimentamos en algún momento de nuestras vidas. A través de la aceptación, la reflexión y el apoyo de nuestros seres queridos, podemos aprender a manejarla y encontrar nuestro camino de regreso a la felicidad. Enseñar a los niños sobre la importancia de reconocer y expresar sus emociones es fundamental para su bienestar emocional y su capacidad para enfrentar los desafíos de la vida.

Psicóloga Vanina Cappa