Hablemos de enojos. Cuentos y estrategias…
Luz y el poder de las palabras mágicas
Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Sonrisas, una niña llamada Luz. Ella tenía seis años y era conocida por su gran energía y entusiasmo. Le encantaba correr, saltar y jugar con sus amigos en el parque. Sin embargo, a veces, cuando algo no le gustaba, Luz tenía una reacción que preocupaba a sus padres y maestros: solía pegar a los demás niños.
Un día, mientras jugaba en la escuela, Luz se enojó porque le querían agarrar su muñeca. Sin pensarlo dos veces, empujó a su amiga Emilia, quien cayó al suelo y comenzó a llorar. Los demás niños se alejaron, y Luz se quedó sola, sintiéndose confundida y triste.
Esa tarde, mientras merendaba, su abuela Rosita, quien siempre tenía buenos consejos y una paciencia infinita, se sentó a su lado para compartir unas ricas cookies y con voz suave le dijo: “Luz, sé que a veces te sientes muy enojada, pero pegar no es la solución. Vamos a buscar una manera mejor de manejar esos sentimientos. ¿Te parece bien?” Luz asintió, curiosa por saber qué tenía su abuela en mente.
Al día siguiente, su abuela la llevó a su jardín, donde había un rincón especial lleno de flores y pájaros cantando. Allí, Luz, siempre se sentía tranquila y feliz, contenta de jugar en ese lugar…
“Luz,” dijo la abuela, “este es nuestro lugar especial. Aquí, quiero enseñarte algo muy importante. Cuando te sientas enojada, puedes usar palabras mágicas para expresar cómo te sientes sin lastimar a nadie. Por ejemplo, puedes decir ‘Estoy enojada’ o ‘Eso no me gusta’. Las palabras tienen un poder increíble. ¿Te gustaría intentar usarlas?”
Luz decidió intentarlo. Al principio, le resultó difícil recordar las palabras mágicas cuando estaba enojada, pero su abuela le enseñó un truco. “Cuando te sientas muy enojada, respira hondo tres veces. Luego, piensa en las palabras mágicas y diles lo que sientes.”
Con el tiempo, la niña comenzó a usar sus nuevas palabras mágicas. Un día, cuando otro niño tomó su juguete sin pedir permiso, Luz sintió el impulso de pegar. Pero recordó la lección de su abuela Rosita. Respiró hondo y dijo: “Eso no me gusta. Me siento enojada, estoy jugando, si querés podemos jugar juntos..”
El otro niño, sorprendido, le devolvió el juguete y pidió disculpas. Luz se sintió contenta por no haber pegado….
Sus padres y maestros notaron el cambio. Luz ahora era un niña que no solo jugaba con entusiasmo, sino que también sabía cómo expresar sus sentimientos de manera positiva. Sus amigos volvieron a jugar con ella sin miedo, y Luz se dio cuenta de que las palabras mágicas realmente tenían un gran poder.
Así, en el pequeño pueblo de Sonrisas, Luz aprendió que la verdadera fuerza está en las palabras y en la capacidad de entender y expresar los sentimientos. Y así, cada vez que veía a alguien enojado, les enseñaba el poder de las palabras mágicas, creando un ambiente de armonía y comprensión entre todos los niños.
¿Cómo podemos ayudar los niños a gestionar sus enojos y a comportarse de manera más positiva?
Es común que los padres se sientan preocupados y angustiados cuando su hijo pega a otros niños. Este tipo de conducta puede ser una forma en que los niños pequeños expresan emociones que aún no saben cómo manejar de manera adecuada.
Mantén la calma y escucha
Cuando descubres que tu hijo ha pegado a alguien, es fundamental que mantengas la calma. Responder con enojo o castigo inmediato puede exacerbar la situación. En lugar de eso, intenta hablar con tu hijo en un momento tranquilo. Pregúntale qué ocurrió y escucha su versión de los hechos sin interrumpirlo. Esto no solo te dará una mejor comprensión de lo que pasó, sino que también le enseñará a tu hijo que sus sentimientos y pensamientos son importantes.
Los niños pequeños a menudo pegan porque no saben cómo expresar sus emociones de manera adecuada. Ayuda a tu hijo a identificar y nombrar sus sentimientos. Puedes usar libros de cuentos, juegos y conversaciones cotidianas para enseñarle palabras como “enojado”, “triste”, “frustrado” y “contento”. Al darle un vocabulario emocional, le das herramientas para comunicar cómo se siente en lugar de recurrir a la agresión.
Modela conductas positivas
Los niños aprenden observando a los adultos que los rodean. Asegúrate de ser un buen modelo a seguir en cuanto al manejo de tus propias emociones. Si te ven resolver conflictos de manera calmada y respetuosa, es más probable que imiten ese comportamiento. Habla en voz alta sobre tus propios sentimientos y cómo los manejas: “Me siento frustrado porque algo no salió como esperaba, así que voy a tomarme un momento para calmarme”.
Fomenta el uso de palabras mágicas
Enseña a tu hijo a usar “palabras mágicas” para expresar sus sentimientos y necesidades. Estas son frases simples que pueden ayudar a evitar la violencia, como “Eso no me gusta”, “Estoy enojado” o “Quiero jugar con ese juguete”. Practica estas frases con tu hijo en situaciones cotidianas para que se sienta cómodo usándolas cuando se sienta frustrado.
Refuerza el comportamiento positivo
Elogia a tu hijo cuando maneja sus emociones de manera positiva. El refuerzo positivo puede ser muy efectivo para fomentar buenos comportamientos. Comentarios como “Me gustó cómo le dijiste a tu amigo que estabas enojado en lugar de pegarle” pueden motivar a tu hijo a seguir usando palabras en lugar de la agresión.
Establece consecuencias claras
Es importante que tu hijo entienda que pegar no es aceptable y que hay consecuencias por ese comportamiento. Las consecuencias deben ser inmediatas, consistentes y proporcionales a la situación. Por ejemplo, si tu hijo pega a alguien, puede perder un privilegio como tiempo de juego con un juguete favorito. Asegúrate de explicar por qué está recibiendo la consecuencia y cómo puede evitarla en el futuro.
Proporciona alternativas para canalizar la energía
A veces, los niños pegan porque tienen mucha energía acumulada. Asegúrate de que tu hijo tenga suficientes oportunidades para moverse y jugar activamente durante el día. Actividades físicas como correr, saltar y jugar al aire libre pueden ayudar a reducir la agresión al proporcionar una salida para la energía acumulada.
Manejar la agresión en los niños puede ser un desafío, pero con paciencia, consistencia y las estrategias adecuadas, es posible ayudar a tu hijo a aprender formas más saludables de expresar sus emociones. Recuerda que cada niño es único, y lo que funciona para uno puede no funcionar para otro. Lo más importante es estar ahí para tu hijo, ofreciéndole amor, apoyo y guía mientras aprende a navegar por sus emociones.
Psicóloga Vanina Cappa