HIJOS QUE BUSQUEN TU ABRAZO EN MEDIO DEL CAOS…
¿Qué hace que un niño corra hacia sus padres cuando está triste, frustrado o desbordado… en lugar de alejarse o temerles?
La respuesta no está en la obediencia, ni en la disciplina estricta. Está en el vínculo emocional que construimos con ellos cada día.
Cuando el hogar es un lugar seguro (y no un campo de batalla)
En la crianza, uno de los mayores regalos que podemos ofrecerle a nuestros hijos es la certeza de que pueden acudir a nosotros incluso en su peor momento.
Eso no ocurre de forma automática. Se cultiva cuando somos refugio, no amenaza.
Cuando en medio del llanto, los nervios o el enojo, no reaccionamos con gritos, castigos o indiferencia, sino con presencia, empatía y contención.
Porque cuando un niño siente miedo y se aleja de sus padres, algo se quiebra.
Pero cuando en medio del miedo corre hacia ellos buscando consuelo, algo muy poderoso se construye: SEGURIDAD EMOCIONAL
Validar antes de corregir: la clave de la conexión
No se trata de permitirlo todo. Se trata de escuchar antes de corregir, comprender antes de educar.
Cuando una emoción intensa aparece, el niño no necesita un sermón, sino alguien que lo sostenga emocionalmente.
Algunas claves para lograrlo:
Escuchar sin minimizar ni burlarse. Lo que sienten es real, aunque a nosotros nos parezca exagerado.
Evitar amenazas o frases que generen miedo. El temor desconecta. La contención conecta.
Acompañar el momento difícil sin rechazarlo. Su rabia, su tristeza o su frustración no deben ser motivos para alejarse de nosotros.
Ser hogar incluso en medio de la tormenta
Cuando los niños descubren que sus emociones no los alejan de mamá o papá, sino que pueden acercarlos más, aprenden una lección que durará toda la vida: su mundo interno también merece amor. Y ese amor no significa estar de acuerdo con todo, sino estar disponibles, presentes y dispuestos a contener sin juzgar.
Ser ese lugar seguro al que siempre puedan volver, incluso cuando se han equivocado…
Criar desde el vínculo: un legado emocional duradero
Convertirnos en ese refugio no solo fortalece el vínculo familiar:
Fomenta la autoestima del niño.
Favorece el desarrollo de habilidades emocionales.
Crea una base segura para sus relaciones futuras.
Porque cuando un hijo sabe que puede contar contigo sin importar lo que pase, no solo confía más en ti… también aprende a CONFIAR EN SI MISMO.
PSICÓLOGA VANINA CAPPA