Cómo influye lo que decimos en la autoestima adolescente… ¿Qué frases escuchó tu hijo o hija esta semana?…
¿Fueron palabras que le dieron seguridad o que lo hicieron dudar de sí mismo?
En la adolescencia, el mundo interior se forma a partir de múltiples experiencias… y las palabras que escuchan cada día, especialmente de sus adultos de referencia, son una de las principales huellas que configuran su identidad emocional.
El impacto invisible de lo que decimos
Los adolescentes están en una etapa de construcción: de su personalidad, de sus vínculos, de su valor propio.
Una crítica constante puede calar hondo, sembrando inseguridad. En cambio, un reconocimiento auténtico puede convertirse en el ancla emocional que necesitan para atravesar la incertidumbre.
Aunque a veces parezca que no nos escuchan, nos están sintiendo: la manera en que les hablamos, la mirada que les dirigimos, la forma en que reaccionamos ante sus errores o logros… todo deja marca.
¿Qué construyen nuestras palabras?
Una frase de aliento puede impulsarles a seguir cuando sienten que no pueden más.
Un juicio repetido puede congelar sus ganas de intentarlo otra vez.
Una expresión de confianza puede sembrar autonomía y motivación.
Cada palabra que les decimos puede convertirse en una idea que se repiten a sí mismos. ¿Queremos que esa idea les dé fuerza o que los haga dudar?
Educar desde una presencia amorosa y consciente
Favorecer una autoestima saludable en la adolescencia no se logra solo con discursos motivadores. Se construye en el día a día, desde el respeto, la validación emocional y la escucha activa.
Como madres, padres o cuidadores, tenemos un rol clave: ser presencia que acompaña, que no juzga, que guía con firmeza pero también con ternura. No se trata de evitar toda corrección, sino de aprender a comunicar límites con palabras que no dañen su valor personal.
Frases que dejan huella positiva
Algunas expresiones que fortalecen el mundo interior de los adolescentes:
“Confío en vos, aunque te equivoques.”
“Estoy acá para ayudarte a resolverlo, no para juzgarte.”
“Sé que esto es difícil, pero vas a poder con apoyo.”
“No sos lo que hacés, sos mucho más que tus errores.”
“Me importa cómo te sentís, contame.”
Elegí palabras que construyan, no que derriben
En cada interacción, tenemos la posibilidad de ser impulso o freno.
Tu voz tiene poder. Tu mirada también. Incluso cuando no digas nada, tu presencia está dejando una señal.
El adolescente que hoy te desafía, te necesita más que nunca: no con discursos largos, sino con palabras que abracen y miradas que sostengan.
PSICÓLOGA VANINA CAPPA